miércoles, 2 de enero de 2019

ROSI AMOR






Una exposición de David Betsué, un artista barcelonés (1980) licenciado en escultura por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, que nos trae la exposición en el MNCARS. Aunque la exposición tuvo lugar el año pasado (2017) fui a verla, y me pareció bastante interesante.

La exposición se dividió en tres salas y que cada una de ellas alude a diferentes barrios de Madrid, (Las Tablas, Vallecas y El Monasterio de El Escorial) para comentar lo más característico de éstas zonas.
  En la primera sala expositiva se puede observar claramente una serie de péndulos de metacrilato y planchas lisas recortadas con láser. Son formas bastante simples y geométricas, nada más allá.  Me parece que la intención del artista quedó bastante cumplida: pues ésta sala representa a la zona de La Tablas,( lo empresarial). Por eso las grandes y estáticas formas geométricas, donde queda plasmada la frialdad y la estaticidad de unas construciónes ausentes de sentimiento.


La sala se queda muy corta convirtiéndose en un espacio bastante vacía, que no dice mucho en comparación con la segunda sala de exposición. En esta se muestran los llamados “poemas de resina”, donde los objetos domésticos e usuales marcan unos pasos fundamentales. Son esculturas hechas en resina a través de moldes mezclados con diferentes materiales.
Aquí estos objetos pierden completamente su significado para adquirir uno totalmente nuevo.
Para el escultor lo más importante es el material y no la forma en sí.  De aquí pulveriza completamente la materia de los objetos para convertirlos, nuevamente, en otra cosa diferente. Concebirles un nuevo cuerpo. Y ésta es la sala que más me gustó, ya que la escultura se funde con la poesía, y ése el el camino por el que quiero llevar mi arte también.



Unas de las cosas que más he notado al tener que estar durante mucho tiempo viendo las obras expuestas  y reflexionando sobre ellas una y otra vez, fue bastante clara:  Las personas entraban y salían. Nadie se quedaba más de dos minutos para contemplarlo todo con minucioso detalle.                 
Y pienso que, siendo extranjeros o españoles, salían de la misma manera de la que entraron: sin indiferencia y ninguna idea clara que procesar. 
Pero igual sí con una gran duda echada al vacío.

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